Sorprende que un poblado ubicado en las goteras de la ciudad de Cuernavaca haya logrado mantener su identidad, lucha que comenzó en tiempos prehispánicos, se continuó durante el virreinato y llega hasta nuestros días. A pesar del avance urbano anárquico, el alto índice delincuencial y la presencia del comercio informal que altera la vida y fisonomía del poblado, especialmente los fines de semana, éste mantiene un vigor cultural sorprendente.
El antropólogo Miguel Morayta señala la falsa idea de que “Se trata de una tradición que se celebra uno o dos días al año, cuando en realidad numerosos rituales se extienden, en algunos casos, por veinticinco años”.
RITUALES
Ha sido un privilegio presenciar la colocación de la ofrenda, momento íntimo de gran emoción y devoción, en el que una rezadora ora e invoca al difunto, para un regreso transitorio y reunirse con los suyos, ejercicio psicoprofiláctico que culmina en el momento en que los asistentes tienen la certeza de que el ser querido se encuentra entre ellos, por lo cuál todos los miembros de la familia se dirigen al difunto, con gran cariño, mientras le entregan distintas ofrendas.
OFRENDAS NUEVAS
A los fallecidos durante el año se les rinde homenaje y se les recibe por primera vez en su hogar, revitalizando su presencia con un cuerpo formado con frutas, panes, una calavera de azúcar, así como ropa, sombrero, gorra o rebozo y calzado de su talla, todo ello sobre una mesa a cuyo pies se colocan los platillos, bebidas y frutos favoritos del difunto, así como elementos de su oficio y aficiones. Lo anterior acompañado por imágenes y estampas religiosas colocadas en una cortina o palio.
HOSPITALIDAD
A pesar de los embates permanentes de la urbe vecina, llama la atención el espíritu hospitalario de la comunidad, que se expresa poéticamente en los pétalos de cempoalxochitl extendidos frente a la casa donde hay ofrenda nueva, a manera de un camino, una alfombra de bienvenida, tanto al difunto como a los visitantes.
Los familiares, vecinos y los visitantes son bienvenidos, todos son invitados a tomar café, ponche o hasta un buen taco. Los cirios son detalles de reciprocidad.
Después de asistir al cementerio las familias y amigos se reúnen para consumir los alimentos preparados, en un acto de convivencia y recuerdo al difunto. Dentro del ejercicio de la hospitalidad de los habitantes de Ocotepec debe insertarse la tolerancia ante el alud de visitantes, algunos de los cuales pueden resultar imprudentes.
ARQUITECTURA FUNERARIA
El cementerio de Ocotepec es un ejemplo de arquitectura funeraria mexicana, donde los colores de la vida están presentes en pequeñas casas, capillas y hasta una catedral levantada, como amoroso recuerdo que, por su virtuosa factura, bien podría ser acreedora de alguna presea de cultura popular. Los sepulcros van desde sencillos montículos de tierra cubiertos de flores a elaboradas capillas.
ADORNO DE LAS SEPULTURAS
El adornar las tumbas es un acto en el que cada deudo expresa sus sentimientos, conjuntando flores, cirios, papel picado y otros elementos.
EL ARTE DE LAS VELAS
El pueblo de Ocotepec se distingue por la fabricación de velas escamadas, precisamente ligadas a las celebración de difuntos.
GASTRONOMÍA
Las ofrendas nuevas son un verdadero catálogo de productos y platillos de la región, según las preferencias que tuvo el difunto.
MÚSICA
Fue con el trovador Félix Trejo quién hace más de 20 años nos cantó un relato sobre la celebración. Con el tiempo hemos sido testigos de cómo conjuntos musicales de otro tipo se han incorporado.
OFICIOS Y AFICIONES
Tanto en las ofrendas como en los sepulcros hemos registrado elementos relacionados con el trabajo y las aficiones del fallecido.
PATRIMONIO, CONTINUIDAD Y DESARROLLO CULTURAL
Al conmemorar a sus muertos los habitantes de Ocotepec practican un ejercicio de lealtad con su tierra, antepasados y cultura.
Si revisamos la argumentación que valió a México la incorporación de la celebraciones indígenas dedicadas a los muertos, dentro de la Lista de las Obras Maestras Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, nos percataremos de porque las celebraciones de Ocotepec, fueron incorporadas de inmediato. Ocotepec, año con año preserva su herencia y la enriquece con su aporte generacional. Ocotepec es valioso coparticipe de una tradición mexicana reconocida por la comunidad cultural internacional, su incorporación a la declaratoria respectiva la fortalece y estimula a los habitantes de este pueblo morelense a continuar en labores de protección de un patrimonio que le pertenece a la comunidad, a México y a la humanidad.
Mtro. Adalberto Ríos Szalay
Profesor de la Escuela de Turismo UAEM.
Fotografías: Sistema de Archivos Compartidos UAEM-3Ríos
(Adalberto, Ernesto y Adalberto)