En aquel pueblo abundaban los techos de carrizo, en los que encontraban un hogar acogedor las chinches que pertenecen a la especie Triatoma infestans, mejor conocidas como vinchuncas o chinches besuconas; los mismos animales que reposaban destripados sobre la mesa de Carlos Chagas.
Después de largas observaciones, Chagas encontró un parásito que se alojaba en el estómago y los intestinos de las chinches. El parásito era un pequeño organismo constituido de una sola célula, que generalmente se alimenta de algas, bacterias e que incluso se puede comer a otros como él. Dicho organismo era un protozoario.
Chagas estaba convencido de que existía una relación entre las chinches, el protozoario que encontró en sus estómagos y la enfermedad que provocaba fiebres y agrandamiento del corazón o de otros órganos de los lugareños de Lassance, pero ¿cómo comprobar su hipótesis?
Decidió entonces experimentar con monos, a los que insertó el protozoario y observó los resultados. Desafortunadamente, no encontró en aquel pueblo uno sólo que estuviera libre de parásitos en su sangre. Sin desalentarse, envió muestras al Instituto Oswaldo Cruz en Río de Janeiro, Brasil, donde realizaron el experimento con monos sanos. Después de treinta días, los animales murieron y los investigadores encontraron una forma diferente a la insertada en un inicio, ¡el parásito se había transformado!
Trypanosoma cruzi, el nombre científico que Carlos Chagas le dio al protozoario, cambia su forma dependiendo de si se encuentra en el organismo infectado o en la chinche, que recibe el nombre de vector por ser el agente transmisor de la enfermedad.
Las chinches comen sangre y para hacerlo suelen picar durante las noches a los humanos. Mientras se alimentan, su estómago se infla, dejándolas estáticas y provocando que éstas defequen. La picadura provoca comezón y la persona que se encuentre entre los brazos de Morfeo, se rasca inconscientemente haciendo que las heces entran en la herida. La popo de la chinche contiene al protozoario parásito y una vez que ingresa al cuerpo busca reproducirse utilizando las células del humano. Posteriormente, puede alojarse en algunos tejidos específicos, teniendo como preferencia el corazón y el intestino donde buscará formar nidos que afectarán las funciones del órgano en el que están escondidos.
La gran mayoría de las personas no desarrollan signos claros de la enfermedad en los primeros años posteriores a la infección. Es justamente durante este período en el que el portador de los protozoarios puede infectar a otras personas sin darse cuenta, por ejemplo, haciendo donaciones altruistas de sangre contaminada con el parásito o transmitiéndolo de madre a hijo durante el embarazo.
Los síntomas en la etapa final de la enfermedad son fallas cardiacas o del aparato digestivo que pueden causar la muerte. En México, diversos estudios indican que en zonas urbanas y rurales un gran porcentaje de infartos están relacionados a este padecimiento.
Chagas logró armar todo este rompecabezas al año siguiente de que iniciara su investigación y esta infección recibió su nombre. Aunque ha sido ampliamente estudiada, en la actualidad sigue siendo un problema de salud pública. De acuerdo con el organismo ‘Médicos sin Fronteras’, el 98 por ciento de las personas infectadas con el mal de Chagas no saben que tienen esta enfermedad que mata alrededor de 12 mil personas al año. En nuestro país, 29.5 millones de personas viven en zonas donde habita el parásito, lo que los pone en riesgo de infección. El estado de Morelos destaca por tener una fuerte presencia de las chinches besuconas en el 80 por ciento de sus municipios, lo que ha provocado que en el 2013 se hayan registrado al menos 50 casos de personas infectadas.
Algunas medidas pueden ayudarnos a reducir el riesgo de ser picados por las chinches como el cambio del tipo de techos o las fumigaciones en el interior de las casas. Es importante mencionar que una detección temprana de la infección puede reducir el riesgo de muerte mediante el uso de antiparasitarios que eliminan a los protozoarios del organismo del infectado.
ºJosé Eduardo González Reyes / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México
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