Al parecer los fundadores y expertos en la teoría opinaban otra cosa. Niels Bohr, pionero de la teoría, dijo que si la mecánica cuántica no te chocaba, es que no habías entendido nada. Richard Feyman, uno de sus mejores intérpretes, decía que podía asegurar que nadie entendía realmente la mecánica cuántica. Albert Einstein jamás se pudo reconciliar con varios aspectos contra intuitivos de la teoría que él mismo había ayudado a cimentar. El mexicano Luis de la Peña pasó una buena parte de su vida tratando de encontrar alguna teoría fundamental que explicara las rarezas en términos “clásicos”.
¿Qué es lo que la hace tan indigerible? Ciertamente las matemáticas son distintas, y no eran usuales para los físicos de finales del siglo XIX, pero lo son para los de ahora. No va por ahí. El mayor problema de la mecánica cuántica es su interpretación.
La mecánica clásica parece no tener necesidad de una interpretación, porque lidia con objetos de la escala del metro, del orden de masa de un kilo, velocidades usuales para nosotros, y demás objetos que se relacionan directamente con nuestra experiencia cotidiana. Cosas que podemos ver y tocar y sentir. Aparentemente tenemos una noción intuitiva de esos conceptos.
Cuando hablamos de fuerza, hay una percepción de ella, cuando hablamos de velocidad y trayectoria las hemos visto, mientras que en mecánica cuántica todos esos conceptos son difusos, probabilísticos, y francamente inadecuados. No existe posición clara de un objeto cuántico: pueden estar en varios lugares al mismo tiempo.
Observen la figura que acompaña este texto, en ésta se muestra la cantidad de probabilidad de encontrar una cierta partícula bajo la acción de algunas fuerzas en el plano. Los puntos más coloridos plasman el lugar donde es más probable hallarla. Esto es lo mejor que puede hacer esta teoría: darnos una probabilidad de encontrar algo en algún lugar. Es decir, la partícula no se encuentra en un lugar definido, sino solo tiene más o menos chance de estar “por ahí cerca”. Entonces la noción de velocidad se vuelve aún más confusa. La partícula no tiene posición bien definida. ¿Cómo diantres vamos a hablar de que cambie de posición a cierta velocidad? Peor aún: estas distribuciones de probabilidad, llamados estados, que tienen valores negativos y complejos, se pueden sumar entre ellas y lo que se obtiene son nuevos estados válidos. Esto lo llamamos superposición ́ de estados. El ejemplo típico es el de que cruza dos rendijas diferentes al mismo tiempo, ya que su estado real es la suma del estado de pasar por cada una de ellas. Eso fue lo que quiso decir Schrödinger con su ejemplo del gato que se encuentra en una “superposición de estado vivo y estado muerto”. Él se estaba burlando de lo anti intuitivo de la teoría, pero resulta que su ejemplo extremo tiene validez en el mundo real.
Mientras más se adentra uno en la teoría menos sirven nuestras nociones típicas de posición y velocidad. Todos estos conceptos son líquidos cuando trabajamos en el mundo de escalas atómicas y subatómicas. Los físicos nos volvemos diestros en la manipulación teórica y matemática de estos conceptos, pero su interpretación se nos escapa como a cualquiera. Por eso existen tantas y tan diversas interpretaciones válidas de la mecánica cuántica.
Desgraciadamente esto ha hecho que esta teoría se preste como ninguna otra a su uso pseudo-científico. Incluso los mismos fundadores y especialistas la han usado para justificar sus propios prejuicios o preferencias filosóficas. Un ejemplo reciente es Roger Penrose, quien afirmó que la conciencia era un fenómeno con origen cuántico, a pesar de que sabemos que a nivel neurona los efectos más impresionantes de la Mecánica Cuántica ya no juegan un papel importante. Si gente tan brillante como Penrose hace esto, imagínense que no hace la gente que no la entiende pero quiere usar su misterio como justificación de sus creencias espirituales.
Dentro de esta gente hay una división muy clara entre dos intenciones completamente diferentes. Personas que genuinamente profesan esas creencias, y realmente creen que la mecánica cuántica les da un aire de respetabilidad científica, y aquellos que son embaucadores y usan esta ciencia para aumentar su capacidad de engaño. No es para menos. Las predicciones que hace la teoría están tan lejos de nuestra experiencia cotidiana, que podrían usarse para sostener cualquier acto sobrenatural, como las auras y las diferentes “vibraciones espirituales”. En muchas partes de México y del mundo existen una cantidad de embaucadores profesionales que abusan genuinamente de nuestra ignorancia al respecto. Como ejemplo voy a mencionar los diversos negocios de terapias alternativas y fotografía de aura que se encuentran en Tepoztlán, Morelos en México o la sucursal medicina cuántica en Cuernavaca. La última es especialmente engañosa, ya que la mecánica cuántica si ha dado aportes en medicina, notoriamente, la resonancia magnética es una medida enteramente cuántica de nuestro cuerpo. Sin embargo, lo que estos terapeutas alternativos llaman medicina cuántica se refieren a la nada, palabras sin sentido mezcladas con términos técnicos que dan aire de seriedad. Ninguna de estas cosas daría los resultados mostrados sin una intervención consciente, y por lo tanto fraudulenta, del operador.
Se respira una complicidad de parte de todos los comerciantes y autoridades para que estas prácticas se sigan llevando a cabo, pues traen dinero. Además, la ignorancia no solo es problema del pueblo, sino también de las mismas autoridades que controlan esos permisos. Muchos médicos serios creen sin rechistar en estas cosas, y también funcionarios públicos y otras personas que nos deberían de proteger de estos fraudes. La ignorancia de un tema afecta a todos por igual.
Lo que venden es falso, mentira, y no hay argumento que valga en defensa de vender una fotografía trucada en cientos de pesos a una pareja de ancianos ilusos.
Mucho peor es pretender curar enfermedades crónicas, como el reciente caso del actor Héctor Arredondo. Tristemente él ya no tenía opciones válidas y decidió probar cualquier cosa. Sin invalidar la esperanza que de ello consiguió, el problema radica en que consiguió publicidad valiosísima para una práctica deshonesta. La llamada medicina cuántica es engaño y fomenta entre la gente una actitud anticientífica, al utilizar modelos desacreditados del funcionamiento del cuerpo y la célula.
Podemos al menos si no atacar directamente, educarnos al respecto, y, conocer realmente lo misterioso y sorprendente de la mecánica cuántica, que es mucho más extraña que cualquier teoría de auras y demás. Le sugiero leer la interpretación de Universos Múltiples o la Partícula Holográfica de David Bohm. Esto va mucho más allá de la pobre imaginación de aquellos embaucadores, proponiendo realmente la existencia de cosas mucho más allá de lo que podemos explicar...
ºDr. Wilhelm Pablo Karel Zapfe Zaldivar / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México