-Cuando se trata de la cantante británica Adele, las cosas son siempre en sus términos. Fuera de todo vértigo del mercado de la música que agota hasta el fin la potencia de una artista pop, la vocalista ha dejado pasar cuatro años desde que su álbum 21 rompiera todos los récords de ventas, la hiciera millonaria y le proporcionara fama global.

Ahora tiene 68 kilos menos, 27 años y un nuevo disco que verá la luz el 20 de noviembre próximo y que seguramente saldrán a comprar casi desesperadamente los fans.

Dice haber dejado de fumar y de haberse aficionado, junto a su marido y padre de su niña, a una dieta vegetariana que le dio una nueva apariencia y, sobre todo, un bienestar físico que la tiene arrobada.

Aunque la apariencia nunca fue un problema para ella o al menos no fue su cuerpo sino su hermosa voz lo que deslumbró, entre otros, durante un inolvidable concierto en 2008 en el Saturday Night Live y le dio el estatus de intérprete de primera fila de que hoy goza.

“Nunca he querido parecerme a las modelos de las portadas de las revistas. Represento a la mayoría de las mujeres y estoy muy orgullosa de ello. Si decidí cambiar mi cuerpo fue estrictamente por cuestiones de salud”, dijo la cantante recientemente

Así como también en el pasado, la artista que nunca se muerde la lengua, también había defendido su sobrepeso con el mismo ahínco que hoy difunde la comida saludable, el Pilates y el antitabaquismo.

“No necesito tener una talla cero para sentirme bella y, además, me gusta la buena comida”, supo decir Adele, quien vendió 30 millones de unidades de 21 y que ha convocado para su nuevo trabajo a Tobias Jesso Jr, Danger Mouse, Max Martin, Ryan Tedder, Damon Albarn y Pharrell, en lo que constituye su último disco para Sony Music.

Adele, en una imagen de hace tres años. Foto. Sony Music

LA CANTANTE MÁS PERSONAL DEL MUNDO

Adele ha sido comparada con diosas del canto como Ella Fitzgerald, a quien escuchaba de niña. Su voz profunda, su compromiso con la música de verdad,  le han impedido convertirse en un producto pop de ocasión. Lo suyo tiene el propósito de la permanencia y para ello se vale no sólo de su innegable talento musical, sino también de su personalidad arrolladora.

EnEn el show de Graham Norton se rió de sí misma al contar una deliciosa anécdota que causó hilaridad entre los espectadores.

En una ocasión, cuando fue a comprar cigarrillos a la tienda, un viento inesperado le levantó la falda y ahí quedó ella, con sus señas íntimas de identidad al aire libre, para sorpresa de los viandantes que no podían entender cómo una persona que había vendido tantos millones de discos en todo el mundo se exponía a semejante vergüenza.

Adele Laurie Blue Adkins, que ríe a mandíbula batiente cuando recuerda el episodio,  no quería promoción. Sólo buscaba fumar y no perder tiempo en vestirse adecuadamente para salir a la calle.

La cantante de “Rolling in the deep”, que tiene voz de soul, compone canciones de amores malavenidos, toca el piano y la guitarra, bebía como un cosaco y echaba humo como una chimenea.

“¿Terminará sus días como Amy Winehouse?”, le preguntaban las “benditas” plumas sensacionalistas de su país. Hoy reaparece para desmentir las previsiones macabras.

Súbdita de la tecnología, Adele se dio a conocer vía MySpace y a los 19 tuvo su primer contrato discográfico y, pese al parate que implicó su reciente operación en las cuerdas vocales, su segundo álbum mantuvo el ritmo de ventas y sumó 400 mil en la semana previa a la Navidad. | sinembargo

Odia las giras, tiene un perro llamado Louis Armstrong, su disco 21 superó al icónico Thriller, del fallecido Michael Jackson, en la lista de álbumes más vendidos en el Reino Unido. Le gusta el vino tinto. Ganó un Oscar por “Skyfall”, la banda de sonido de la película homónima, otra saga del agente 007.