Pensar en cómo eran las voces de algunos de los personajes icónicos del campo cultural mexicano puede ser una tarea extraña e inusual. Sin embargo, ha rendido sus frutos al grado que recientemente la Fonoteca Nacional se encargó de resguardar y hacer pública la única grabación que tenemos de Frida Kahlo.
Si bien aún existen algunas dudas sobre su autenticidad, tras el análisis lo expertos creen que todo apunta a que se trata de la mismísima Kahlo dado que la persona recitando no es una profesional, además de que la grabación no se realizó en un estudio.
En el audio es posible escuchar a Frida leer en voz alta un fragmento de Retrato de Diego, un texto de 1949 que, como el nombre lo indica, realiza una descripción oral de las características del afamado muralista a lo largo de dos minutos que fueron grabados para el programa de radio El Bachiller.
El Bachiller se produjo en 1956 para la XEW, que es una de las estaciones de radio más antiguas de México y que en la actualidad transmite bajo el nombre de W Radio, dirigido por el locutor Álvaro Gálvez y Fuentes. En el programa se contaban todo tipo de historias, fuesen ficción o realidad e incluso Gálvez estuvo a cargo de crear una radionovela, Ahí viene Martín Corona, que Pedro Infante estelarizó en su momento.
Entonces, no sorprende que un hombre tan influyente en el radio tuviera ni más ni menos que a una de las parejas más relevante del arte del siglo XX en su programa, en el que también figuraron otros artistas importantes como Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges y Xavier Villaurrutia.
Pero… ¿por qué tomó tanto tiempo encontrarla?
Como otros objetos de nuestra historia, esta grabación era totalmente desconocida para muchos, hasta que Pável Granados, director de la fonoteca, supo por Manuel de la Vega, locutor de la XEW, que existía una grabación en la que Diego Rivera cantaba.
Más allá del canto de Rivera, fue la voz de Frida, desconocida para muchos, la que capturó la atención de todos.
«Es un niño grandote, inmenso, de cara amable y mirada triste. Sus ojos saltones, oscuros, inteligentísimos y grandes están difícilmente detenidos, casi fuera de las órbitas por párpados hinchados y protuberantes como de batracio. Sirven para que su mirada abarque un campo visual mucho más amplio, como si estuvieran construidos especialmente para un pintor de espacios y multitudes…»
Y más adelante, hacia el final, según datos de El País, Frida exclama:
«Viéndolo desnudo se piensa inmediatamente en un niño rana, parado sobre las patas de atrás, sus hombros infantiles, angostos y redondos, terminan en unas manos maravillosas, pequeñas y de fino dibujo, sensibles y sutiles como antenas que comunican con el universo entero. Es asombroso que esas manos hayan servido para pintar tanto y trabajen todavía infatigablemente.
[…]
Su forma es la de un monstruo entrañable al cual abuela, antigua ocultadora, la materia necesaria y eterna, la mujer entre todas ellas, yo, quisiera siempre tenerlo en brazos como un niño recién nacido».
Escucha el audio a través de este video: