La vacuna mexicana contra el COVID ha sorprendido a los más altos investigadores por sus resultados positivos combatiendo esta enfermedad. Si el proyecto avanza conforme a lo establecido, podría estar lista para 2022.
José Abraham Zarazúa Lozada, investigador principal de la Unidad de Biocomparables de los Laboratorios de Especialidades Inmunológicas (ILEI) de México explicó que la vacuna mexicana contra el COVID-19 probada en ratones “demostró su seguridad, es decir, no generó toxicidad, enfermedades ni efectos adversos en los órganos de dichos animales” que heroicamente forman parte de la labor contra el SARS-CoV-2.
De seguir este curso se estima que para 2021 concluirán los estudios de evaluación preclínicos, desarrollándose así el antígeno correspondiente y permitiendo que se inicien los protocolos correspondientes en las fases clínicas uno, dos y tres. En este escenario se contemplan las pruebas en voluntarios humanos.
También mencionó que la investigación preclínica en ratones de laboratorio, regulada por la SAGARPA, concluyó en septiembre y demostró que la vacuna no causa efectos adversos.
“De hecho, se analizaron algunos órganos de los roedores para descartar daños y se demostró que es segura”, afirmó.
En una entrevista para Milenio también refirió que “en la actualidad nos encontramos en la etapa de producir los anticuerpos, la inmunogenicidad, para comprobar ahora la eficacia de la vacuna candidata para combatir el virus”, añadiendo que “el proyecto realizado por científicos mexicanos pretende crear anticuerpos contra la proteína S del virus, que es la proteína que se une a nuestras células y por lo cual se infectan”.
El objetivo final es el de inmunizar a la población contra el SARS-CoV-2, sobre todo a la de sectores vulnerables que están más expuestos a un contagio.
“Vamos a generar anticuerpos contra esa proteína para que no entren en contacto con nuestras células y por lo tanto no se puedan reproducir causando infección dentro del organismo”, finalizó.
Por otra parte, Zarazúa destacó que se solicitará un registro sanitario ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), con la ida de vender la vacuna a precios competitivos y por debajo de los precios de desarrolladores internacionales.
La vacuna mexicana está siendo financiada por la iniciativa no lucrativa Jonas Salk, organizada y dirigida por científicos mexicanos que tienen interés en contribuir con sus conocimientos para enfrentar la COVID-19.