La científica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Sonia Mayra Pérez Tapia, destacó que al participar en el grupo de investigación integrado por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para la búsqueda de una vacuna contra el COVID-19, elaborada a partir de material genético, (nanoplásmidos), aportará su experiencia para evaluar la seguridad y eficacia en la etapa preclínica que se ejecuta en modelos animales, de manera previa a la aplicación en humanos.
El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, ha destacado que mediante los aportes científicos y tecnológicos de las instituciones de educación superior, se superará mejor la emergencia sanitaria desde la Nueva Normalidad, planteando una mayor exigencia en los objetivos.
El director general del IPN, Mario Alberto Rodríguez Casas, ha resaltado que con esta acción, esta casa de estudios se suma a las aportaciones científicas politécnicas generadas para hacer frente a la pandemia por el COVID-19 y atender las necesidades del país ante la presente crisis sanitaria.
La directora ejecutiva de la Unidad de Investigación, Desarrollo e Innovación Médica y Biotecnológica (UDIMEB), de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), explicó que este proyecto es liderado por el Instituto Gould-Stefano A.C. y por investigadores de la Universidad de Baja California (UBC), así como por el equipo del IPN.
“En este desarrollo, el Politécnico aporta todo el soporte y experiencia en la parte inmunológica, preclínica, analítica y regulatoria”, agregó.
Aunado a lo anterior, la Unidad de Desarrollo e Investigación en Bioprocesos (UDIBI) del IPN acompañará esta iniciativa desarrollando y validando los métodos analíticos que permitan vigilar la calidad y la potencia de la vacuna en las diferentes etapas del proceso de su fabricación.
La integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel II mencionó que una parte de la vacuna se va a fabricar fuera del país y otra en México, “pero definitivamente los ejercicios preclínicos, los controles analíticos y los ensayos en humanos se desarrollarán aquí”, afirmó.
La experta en inmunología reconoció que producir una vacuna normalmente lleva en promedio 10 años, pero la situación de emergencia ha obligado al mundo a trabajar en tiempo récord.
“Hay vacunas cuyo desarrollo ya va muy avanzado, están en las últimas fases, nosotros no podemos ir al ritmo de las farmacéuticas internacionales, pero con el apoyo suficiente estoy segura que el próximo año podríamos tener ya un prototipo vacunal mexicano disponible”, advirtió.
La doctora Pérez Tapia explicó que todos los medicamentos y los desarrollos vacunales deben cumplir con tres características: calidad, seguridad y eficacia. “La seguridad es lo primero que se evalúa en un producto y las vacunas no son la excepción, éstas deben cumplir con todas las pruebas de seguridad antes de probar su inmunogenicidad en humanos.
“Así que, cuando una vacuna termina de manera óptima sus fases de evaluación y es aprobada por la entidad regulatoria nacional, la población debe tener la certeza y la tranquilidad de que cuenta con un producto seguro, de calidad y que genera protección”, aseguró.