Esta condición es invaluable para los estudiosos de la geofísica, por la calidad de la información que cotidianamente recaban para analizar el comportamiento del planeta: la disminución de ruido permite, por ejemplo, a quienes analizan datos de las estaciones sismológicas hacerlo en condiciones excepcionalmente buenas.
En condiciones normales, el ruido antropogénico ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas, sobre todo en las ciudades, como resultado del crecimiento de la población, la urbanización, la globalización de las redes de transporte y la expansión de las extracciones de recursos.
Ese ruido se mide con sensores llamados sismómetros, los mismos que se utilizan para registrar la actividad sísmica, y que se ubican en todo el mundo.
Se ha detectado que a partir de la contingencia sanitaria los niveles de ruido antropogénico en el Valle de México y otras ciudades como Querétaro han disminuido gradualmente, sobre todo la última semana, afirma el Servicio Sismológico.
Las estaciones de monitoreo que el SSN tiene en todo el país registran una disminución dramática del ruido antropogénico, pero en algunas estaciones ha aumentado, como en la costa del Pacífico; este aumento podría deberse a la visita de vacacionistas en zonas donde habitualmente el ruido es bajo, o bien, a la actividad meteorológica, entre otras posibilidades.